La provincia de Buenos Aires es la más grande del país y en términos económicos aporta 4 de cada 10 pesos que entran en impuestos al Gobierno nacional, mientras tanto los bonaerenses se encuentran en medio de una pelea política entre el presidente Javier Milei y el gobernador Axel Kicillof.
El mandamás nacional, Javier Milei, mantuvo ayer en Casa Rosada una reunión con “aquellos gobernadores que coinciden y comprenden los cambios que la Argentina necesita, con el objetivo de trabajar juntos de cara al futuro y aprobar en el Congreso de la Nación las reformas que millones de argentinos eligieron en 2023 y ratificaron este domingo en las urnas”, señalaron desde la oficina del Presidente tras un encuentro que juntó a 20 gobernadores con el titular del Poder Ejecutivo.
Y agregaron: “Terminado el proceso electoral y con un mandato inapelable por parte de los argentinos, es la voluntad del Presidente de la Nación trabajar con todos —independientemente de las diferencias partidarias— para hacer Argentina grande otra vez. Ninguno de los cambios que la Argentina necesita puede hacerse sin la voluntad de la mayoría de los gobernadores, conductores de los destinos de las provincias”.
En tanto, cerraron: “La República Argentina tiene una oportunidad histórica de convertirse en un gigante en materia de energía, minería, tecnología, turismo, y otras industrias, que pueden hacer de las provincias argentinas potencias en sí mismas. Este Gobierno va a trabajar con todos los gobernadores y con el Congreso de la Nación para traducir en leyes las consignas que fueron firmadas en el Pacto de Mayo en julio del 2024”.
En medio de este encuentro, el gobernador de la Provincia, Axel Kicillof, aseguró que no fue invitado al convite y que sí lo hubiesen convocado, participaba.
“No me llamaron ni para decirme ‘no te invitamos’. Ni para una cosa, ni para la otra”, Kicillof y marcó: “En septiembre ganamos por una diferencia enorme y me vieron diciendo: ‘Juntémonos’. Hice lo contrario. Me parece que Milei tendrá objetivos, propósitos; veremos… Me preguntaban: ‘Si te hubieran invitado, ¿hubieras ido?’. Siempre lo hice, por una cuestión institucional. Que no estemos de acuerdo y que no pueda sentarse a discutir puntos de vista habla de las limitaciones que tiene o de los planes que tiene, con los que probablemente no estemos de acuerdo, no por una cuestión simplemente de oponernos, sino porque tenemos ideas distintas”.


 
                                    

